lunes, 30 de mayo de 2011

La Cueva

...llegaron entonces los jóvenes y desmontando se pararon frente a la entrada de lo que parecía ser el lugar mas oscuro que habían visto en su vida. Huck estaba ligeramente más cerca de la entrada que Tom, una rata entraba y salía de la cueva constantemente justo por enfrente de Tom.

-Dos pasos mas- Dijo Huck, y los dos muchachos dieron dos pasos hacia enfrente con ligera sincronía.

Mientras mas se acercaban el lugar se veía cada vez mas oscuro y de la cueva salía un olor insoportable.

Se asomaban hacia los lados de la cueva buscando ver que había en el interior, la luz que entraba desde fuera no era suficiente y era difícil percibir imagen alguna de lo que estaba dentro de la cueva.

-Dos pasos más- volvió a decir, y los dieron. La rata volvió a entrar y luego a salir

La entrada de la cueva se veía muy distinta, antes había estado cubierta por una gran puerta, puesta para evitar que se usara como guarida para algún bandido, hoy la perta no estaba y se veían las marcas de que no había sido retirada amistosamente, al darse cuenta de esto los jóvenes se sintieron cada vez mas intrigados a averiguar que pasaba ahí dentro.

-Dos mas- volvió a decir Huck y volvieron a darlos, estaban ya muy cerca de la entrada, a esa distancia el olor que salía de ahí era ya insoportable, Tom estorbaba el paso de la rata que prefirió ya no reingresar e ir a esconderse en el bosque.

Inspeccionaron como pudieron la entrada pero el olor era muy fuerte. Huck saco un cerillo de sus pantalones y lo encendió contra el suelo, la luz de la flama poco iluminaba el interior del lugar y ellos se esforzaban sin éxito por ver que había dentro sin internarse mucho.

El olor, la quietud y lo impresionante que resultaba estar ante tan inmensa cueva comenzó a perturbar la tranquilidad de los jóvenes.

-Dos pasos atrás- dijo Huck con un dejo de sarcasmo y ambos los dieron buscando no hacer el mas mínimo ruido. Al dar el segundo paso Huck pisó unas ramas provocando un crujido que acabo con arrancarles la tranquilidad.

Ambos se voltearon a ver y Tom dijo:

-Yo correría.

-Si, corramos hasta el rió- Respondió Huck y al instante ambos pusieron sus pies en movimiento tan rápido como pudieron. Al llegar al rió se dieron cuenta de que habían dejado sus caballos en la entrada de la cueva pero no pensaron en regresar, ambos silbaron lo mas fuerte que pudieron intentando llamar a los caballos.

La buena suerte que siempre los ha acompañado no les jugó mal en esta ocasión y no tardó en oírse el galope de los dos equinos que se acercaban a ellos.

Cabalgando de regreso a St. Petersburg discutían sobre lo que podía haber estado dentro de la cueva y recordaron que a la muerte de Injun Joe fue causada por una puerta que obstruyo la entrada de una cueva y entonces pensaron que talvez algunos bandidos habían arrancado la puerta para permitir la salida al líder de su banda.

Al llegar a las afueras de St. Petersburg vieron que el conductor de una carreta exigía a un joven algo pálido y enclenque que le pagara una cuenta, el joven le insistía que debía primero acompañar a su mujer hasta su casa y que al regresar le pagaría, sin embargo esto no le parecía justo al chofer (ni a nadie) y siguió exigiendo el pago.

El joven le enseño una bolsa de monedas diciéndole que viera que el si tenia dinero y que no pensara que el no le pagaría a su regreso.

El chofer tranquilamente le explico que el problema no era si tenia dinero o nos sino que necesitaba que le pagara porque era ya noche y no podía esperarlo ahí.

El enclenque joven tiro un puñado de monedas al suelo y comenzó a gritar:

-¡Levántalas!, ¡Levántalas! Antes de que te caiga a palos como a un negro-

Tom llevo su mano hacia la funda de su Colt 1951, no planeaba iniciar una trifulca pero si el chofer se agachaba a tomar las monedas y el otro joven cobardemente lo atacaba tendría que detener la riña. Pero el chofer fue muy listo, puso el pie sobre el dinero, y espero a que el joven se alejara para agarrarlo, volvió a subir a su carreta y se alejó por el camino.

Tom se relajó, volteo a ver a Huck quien también tenía la mano puesta sobre la funda de su LeMat y luego echo a andar con su caballo hacia la ciudad...

-Mark Twain en "Las Aventuras de Sawyer y Finn"